Pasan los inviernos y sigues inmutable, como aquel primer día. Oh amor, cuéntame que pasó antes de encontrarte, antes de matarme con cada una de tus miradas, con cada una de tus minuciosas palabras.
Me arrastré por el barro, hasta que me contemplaste. Me estudiante cual médico al paciente, pero jamás me regalaste una sola palabra amable, un diagnóstico benigno.
Y tú, belleza deambulante; tú, atardecer de mis mañanas. Igual de joven, de misterios y de mí, de mí sólo quedan arrugas de lo que fuí.
No eres vida, no eres nada, no hueles a nada, entonces dime, ¿qué sucede con tu sonrisa?
Dime qué esconden cada uno de tus dedos, dime qué guardan cada uno de tus dientes, dime qué cantan tus ojos.
Soledad perturbante la que te rodea, naturaleza muerta y pictórica. Tú, amatista, puñal envenenado, sangre de mis venas.
Pecado, eso eres, eso fuiste, muerte lenta y dolorosa, melodía interminable.
"Y a pesar de los días,
Momentos que a otros dejarían helados
Nuestras horas las más ultravioletas,
Tú y yo, los dos, medio abrasados. "
domingo, 16 de noviembre de 2008
Segundo día.
Publicado por Reine de Fleur en 1:07
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