domingo, 20 de septiembre de 2009

Obsesiones

Con la preparación del cosplay de este año para el Salón del Manga me he dado cuenta de algo: tengo una manía persecutoria con los nombres que empiezan por "A"
No es algo que me preocupe, es simplemente que hasta hace unos días, no me había dado cuenta.
Mi nombre real empieza por "A", no es un nombre que me desagrade, pero tampoco es para tirar cohetes. Yo creo que la búsqueda por un nombre que me guste, ha hecho que sólo me fije en aquellos que empiezan con esa vocal.
Mis personajes más significativos empizan por "A": Aphonie, Aimée, Aroniel, Adalart, Aixander. Todos, absolutamente todos los personajes que adoro, empiezan por la letra maldita.

Mi nombre siempre me ha parecido simple, sin entresijos, claro y vano. Pronunciado se queda corto y compuesto junto a otro, es de risa. Siempre me ha dado la sensación de que no era un nombre para mi, quizás porque cuando mis padres pensaron nombres para mi, el definitivo jamás estubo en la lista.
Iba a llamarme Victoria, Camino, Maria José, pero no, Anna.

El otro día hablando con una amiga por teléfono, caímos en la cuenta de que las mujeres vivimos en un eterno "jijiji" con los hombres. Lo cierto es que vivo en esa absurda situación desde hace muchos meses. El "jijiji" ha ido evolucionando y los sentimitos me salen a borbotones por la boca, el corazón está apunto de explotarme y como como un pajarito, he perdido peso y dicen que tengo el guapo subido. No, no pronunciéis ese verbo maldito, lo suplico.

Sólo algo ha cambiado en mi y es que siento que ahora mi nombre es mío. Suena precioso cuando lo pronuncian, me identifico con esas cuatro letras porque para alguien, soy Anna. Y para mí, ahora también soy Anna.

Vueltas da la vida querida, pero al final, conseguimos ser siempre nosotros mismos.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Redes, miedos.

Tras unos días intensivos de fiestas, tiempo fuera de casa, Sexo en Nueva York y antibióticos, me he dado cuenta de que es hora de reflexionar un poco.
Quizás la dosis de medicamentos esté logrando en mi unos "efectos secundarios" de vocanadas de realidad, y no, no me gustan.
Se supone que tenía una semana de vacaciones que iba a aprovechar para hacer nada y el cosplay, y estoy con pañuelos y para colmo me han llamado para ir a trabajar. Y lo curioso es que me quejo, pero me quejo porque los humanos nos quejamos por todo.

La felicidad son instantes, no estás feliz las 24 horas del día, sino que la saboreas en pequeñas dosis, igual que la infelicidad; no estás nunca infeliz al 100%, siempre hay pequeñas trazas de felicidad que te sacan una sonrisa incluso a las 3 de la mañana.
Parece que el ser humano está avocado a la infelicidad y a la dicha a partes iguales. Nuestro estado de ánimo determina la intensidad con la que vivimos esas pinceladas, que hacen de nuestra vida una taza de café o un resaca del quince. Es como cuando alguien te dice "tengo una buena noticia y una mala, cuál quieres primero?"
Una cubrirá a la otra por un pequeño periodo de tiempo, pero ambas confrontaran durante el resto de jornada, sin poder olvidarlas a corto plazo. Y digo a corto plazo porque otras noticias harán de aquella infelicidad una carcajada y el histerismo atacará de nuevo en pocos días.

Ese histerimo que hace que una situación se vuelva del todo absurda. Y nos suele gustar ese absurdismo hasta que lo decimos en alto y nos parece que estamos más pirados de lo que creíamos. ¿De ese modo queremos ver la vida? ¿Cómo constantes momentos absurdos? ¿No deberíamos tomar las riendas de nuestro carruaje y decidir dónde ponemos el final de nuestra histeria?
Lo curioso es que, sino sabemos que hay una red bajo nuestros pies, no nos soltamos de la barra. Y podemos estar eternamente balanceándonos aunque se nos cansen los brazos, porque sabemos que no dolerá tanto como el golpe final.

El miedo y la cobardía están atados a mi con candados, y creo que por eso me obsesionan tanto. Muchas veces me sobrepongo a esta situación que me rodea, intento pensar en lo que yo realmente quiero, porque a veces pensando en el bienestar de los que amamos, se nos olvida el nuestro. Pero entonces que debemos hacer, vivir en un "fifthy-fifthy" continuamente? ¿Hay realmente una solución para todo tipo de situaciones? Y lo que es es peor, podemos encontrar esas respuestas?

Yo por lo pronto, dejaré de pensar durante unos instantes, bueno almenos hasta el viernes.